2/4/24

La educación ambiental

Somos lo que nuestros padres nos enseñaron cuando no intentaban enseñarnos nada.

Umberto Eco

26/3/24

Soledad

Decía Giussani que el hombre, solo, no puede ser hombre. Hemos sido diseñados para la relación. Sin comunión, sin comunidad, caemos en la soledad, que es, de nuevo para Giussani, la ausencia de significado, de sentido; es la respuesta ausente al porqué de la historia, de mi historia, de la vida, de mi vida. La soledad es estar con uno mismo sin saber quién se es y para qué se vive.

4/2/24

¿Del bienestar a la fe?

Una cuestión, latente en cualquiera que se aproxime actualmente al fenómeno religioso (fundamentalmente católico), es la siguiente: ¿por qué la fe es vista por nuestros coetáneos como algo irrelevante, innecesario; algo que, más que rechazo, causa indiferencia? Quizás sea porque el utilitarismo dominante en nuestro estilo de vida exige un "para qué del creer". No parece descabellado, pues, pensar que la utilidad pudiera ser, hoy, el rasgo que haga inicialmente creíble para muchos la propuesta cristiana.

Tradicionalmente, la propuesta cristiana se ha centrado en la Revelación, combinada con el testimonio personal de la experiencia de la fe. Hoy esta aproximación parece mostrarse insuficiente, al menos con un buen número de personas. Quizás deba ser matizada o complementada. Pero, ¿cómo?

Es indudable que el hombre contemporáneo es particularmente sensible al bienestar. Y, sin querer convertir al cristianismo en una religión del bienestar (sería un reduccionismo inaceptable), sí que deberíamos ver la fe, en su propuesta al hombre contemporáneo, como una instancia promotora y reparadora de la vida, generadora de sentido y plenitud (un "hospital de campaña", en palabras del papa Francisco). Esto, en sí, contiene la dimensión salvífica, y puede llevar a un cambio de estilo de vida marcadamente cristiano (conversión). Nos estamos refiriendo a un modelo de bienestar en el que domine lo eudemonista frente a lo puramente hedonista (tan característico del hombre contemporáneo); es decir, una propuesta en la que predomine la autoaceptación, la autonomía, la calidad de las relaciones personales, y lo trascendente como posibilidad, frente a la mera satisfacción vital, los afectos positivos, y el placer proporcionado por lo estrictamente inmanente.

24/1/24

Sentido y atención

Somos una especie orientada, como las demás, a la supervivencia; pero también, y a diferencia de las demás, a dotar de sentido a la existencia. Si nuestra supervivencia se ve amenazada, o si no conseguimos dotar de un sentido a ésta, padecemos ansiedad y depresión, caemos en adicciones, e incluso en ideaciones suicidas.

De manera general, podemos distinguir dos estructuras generadoras de sentido. Por un lado, tener relaciones personales satisfactorias, bien sean con familiares, amigos o compañeros de trabajo, sabemos que proporciona sentido, siempre y cuando dichas relaciones nos hagan sentirnos valorados, y percibamos que tienen un impacto positivo sobre los demás. Resulta obvio que nuestra sociedad no favorece este tipo de relaciones; de hecho, favorece justo lo contrario: el individualismo, la desconfianza mutua, la deconstrucción familiar, y la competitividad laboral.

Una segunda estructura generadora de sentido es la religión, que aquí debe entenderse en sentido amplio: la toma de conciencia de que la persona forma parte de una cosmovisión trascendente. No parece que el secularismo cientificista, origen y causa del indiferentismo religioso que padecemos, haya convertido a la correspondiente cosmovisión materialista en fuente de sentido.

Afortunadamente, reparar estas fallidas estructuras de sentido es relativamente sencillo. Basta con recuperar el hábito de la atención. Si prestamos atención, de manera auténtica, directa, sin metaversos ni realidades virtuales, a las personas que tenemos a nuestro alcance, y a la porción de Creación que nuestros sentidos detectan sin amplificaciones tecnológicas, progresivamente anidará el sentido en nuestro interior. ¿Hacemos la prueba?

"Libres"

"Libres" (2023) es una película-documental, del director Santos Blanco, sobre la vida contemplativa. En ella encadena una serie de testimonios de monjes y monjas de clausura de distintos monasterios de España; los testimonios se reparten en tres secciones: "Camino", "Verdad", y "Vida". La película resulta por tanto muy discursiva: dominan los planos de religiosos ofreciendo sus testimonios sobre los que podríamos llamar más inmersivos, que nos muestran la actividad real de los religiosos en sus conventos. No estamos, por tanto, ante una aproximación cinematográfica del tipo de "El gran silencio" (Phillip Gröning, 2005) o de la serie italiana para la televisión "I passi del silenzio" (TV2000it). Aun así, creo que la película consigue trasladar una idea clara de la vida contemplativa, que puede resultar especialmente interesante a personas desconocedoras de esta importante realidad de la Iglesia Católica.

4/1/24

A este lado del metaverso

Una de las tareas más urgentes de nuestro tiempo es aprender de nuevo a diferenciar entre el mundo del espíritu y su simulacro digital.

Mary Harrington: "Surviving the metaverse", First Things, febrero de 2023.

1/1/24

¡Cristo nos ha redimido!

103. [...] Sería un error gravísimo concluir... que la norma enseñada por la Iglesia es en sí misma un "ideal" que ha de ser luego adaptado, proporcionado, graduado a las —se dice— posibilidades concretas del hombre: según un "equilibrio de los varios bienes en cuestión". Pero, ¿cuáles son las "posibilidades concretas del hombre"? ¿Y de qué hombre se habla? ¿Del hombre dominado por la concupiscencia, o del redimido por Cristo? Porque se trata de esto: de la realidad de la redención de Cristo. ¡Cristo nos ha redimido! Esto significa que él nos ha dado la posibilidad de realizar toda la verdad de nuestro ser; ha liberado nuestra libertad del dominio de la concupiscencia. Y si el hombre redimido sigue pecando, esto no se debe a la imperfección del acto redentor de Cristo, sino a la voluntad del hombre de substraerse a la gracia que brota de ese acto. El mandamiento de Dios ciertamente está proporcionado a las capacidades del hombre: pero a las capacidades del hombre a quien se ha dado el Espíritu Santo; del hombre que, aunque caído en el pecado, puede obtener siempre el perdón y gozar de la presencia del Espíritu.

104. En este contexto se abre el justo espacio a la misericordia de Dios por el pecador que se convierte, y a la comprensión por la debilidad humana. Esta comprensión jamás significa comprometer y falsificar la medida del bien y del mal para adaptarla a las circunstancias. Mientras es humano que el hombre, habiendo pecado, reconozca su debilidad y pida misericordia por las propias culpas, en cambio es inaceptable la actitud de quien hace de su propia debilidad el criterio de la verdad sobre el bien, de manera que se puede sentir justificado por sí mismo, incluso sin necesidad de recurrir a Dios y a su misericordia. Semejante actitud corrompe la moralidad de la sociedad entera, porque enseña a dudar de la objetividad de la ley moral en general y a rechazar las prohibiciones morales absolutas sobre determinados actos humanos, y termina por confundir todos los juicios de valor.

San Juan Pablo II: "Veritatis splendor", 1993.

Silencio de Nazaret

Cómo desearíamos que se renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y en extremo agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que solo Dios ve.
San Pablo VI: "Alocución en Nazaret", 5 de enero de 1964.

30/12/23

Filiación divina

El saberse hijo de Dios hace adquirir al cristiano, en todas las circunstancias de su vida, un modo de ser en el mundo esencialmente amoroso, que es una de las manifestaciones principales de la virtud de la fe; el hombre que se sabe hijo de Dios no pierde la alegría, como no pierde la serenidad. La conciencia de la filiación divina libera al hombre de tensiones inútiles y, cuando por su debilidad se descamina, si verdaderamente se siente hijo de Dios, es capaz de volver a Él, seguro de ser bien recibido.

 Francisco Fernández Carvajal: "Hablar con Dios", Navidad, n. 35, 1986.

21/12/23

Bendiciones

Vaya por delante que no creo que la intención del PP Francisco sea mala. Más bien creo lo contrario: le inspira su condición de pastor, y el deseo de que la misericordia de Dios alcance a cuanta más gente, mejor. Pero el fin no justifica los medios. Y el medio elegido, la Declaración Fiducia supplicans, a mi juicio, favorece la chapucería, el desorden, y el desconcierto entre los fieles.

Para mí es muy significativo observar de qué no se habla en Fiducia supplicans. De lo que no se habla es de la pretensión última de las personas que buscan la bendición, sean homosexuales o no. Hago notar que en el texto de la Declaración se habla repetidamente de "situaciones irregulares y parejas homosexuales", sin definir en qué consiste la "irregularidad". Irregular es la situación de una pareja en la que al menos uno de los miembros es divorciado. Pero irregular es también la situación de una pareja que vive una relación incestuosa. Como irregular es la de una pareja que cohabita sin contraer matrimonio. ¿Qué buscan, al solicitar una bendición, estas personas en la Iglesia? ¿Les anima un deseo de conversión? ¿Es explícito ese deseo de conversión ante el sacerdote? ¿Lleva aparejado la necesidad de algún tipo de acompañamiento? Si es así, lo adecuado es la vía sacramental: la confesión. Que es siempre individual. Si no es así, si no existe un deseo de conversión explícito, sino una difusa demanda de reconocimiento de "lo potencialmente bueno y verdadero que hay en una unión de dos personas", entonces creo que lo que urge es un discernimiento que permita llegar a ese deseo de conversión. Y, para ese discernimiento, hay que invocar al Espíritu Santo, pero no sólo a través de una bendición, sino constantemente, en un proceso de acompañamiento pastoral que no puede tener nada de "espontáneo".

Por tanto, estas bendiciones parecen innecesarias (existen alternativas a ellas como las que indico más arriba); resultan de un ejercicio de equilibrio (para no caer en la contradicción) que resulta grotesco; y, lo peor, crean confusión. 

Al pastor se le pide que, imitando al Maestro, salga a buscar a la oveja perdida, pero una "oveja perdida" no es un lobo que se considera oveja y exige ser tratado como tal.

18/12/23

El cosmos como realidad sacramental

No mirar la naturaleza, no amar la naturaleza, en el fondo significa no querer leer un escrito que Dios nos envió por amor a nosotros.

El cosmos no es sólo un modo con el que el Creador explica al hombre las cosas. Es además una realidad que lo contiene. No temo decir que es una especie de Hostia que oculta, bajo su velo de misterio, a Dios mismo.

Carlos Carretto: "Lo que importa es amar", 1976.

Querer ir a Él

Querer ir a Él, buscarle a Él sólo, su voluntad, su amor. Querer ir a Él con todo nuestro ser, cual salió de sus manos y cual ha quedado por nuestros pecados.

Querer ir a Él con nuestro espíritu y con nuestro cuerpo, con nuestra fatiga diaria y con la gracia que nos ha sido dada, con nuestros hermanos que luchan con nosotros y con la aspiración de todo el cosmos.

Carlos Carretto: "Lo que importa es amar", 1976.

8/12/23

La supervivencia de la religión

Una de las razones por las que la religión ha sobrevivido en el mundo  moderno, a pesar de los últimos cuatro siglos de secularización, es que responde a las tres preguntas que todo ser humano mínimamente reflexivo se hará en algún momento de su vida: ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo he de vivir? 

Estas preguntas no pueden ser respondidas por las cuatro grandes instituciones del Occidente moderno: la ciencia, la tecnología, la economía de mercado y el Estado democrático liberal. En  efecto: la ciencia nos dice cómo, pero no por qué. La tecnología nos da poder, pero no puede decirnos cómo usarlo. El mercado nos da opciones, pero no nos dice cuáles de ellas nos convienen más. El Estado democrático liberal, por principio, se abstiene de respaldar cualquier filosofía de vida concreta. 

El resultado es que la cultura contemporánea nos presenta una gama casi infinita de posibilidades, pero no nos dice quiénes somos, ni por qué estamos aquí, ni cómo debemos vivir.

Vidas escondidas

En medio de tantas discusiones y encuestas sobre el cristianismo en nuestro tiempo, sobre su “inadaptación”, sobre su “ineficacia”, etc., discusiones y encuestas que, bien llevadas, pueden ser muy útiles, y que pueden ser en sí mismas un signo de vitalidad, existe una consideración muy sencilla que sería bueno, sin embargo, recordar. Y es que los mejores cristianos, los más auténticos y los más vivos, no se cuentan forzosamente, y aun generalmente, entre los sabios ni entre los hábiles. Entre los intelectuales ni entre los políticos. Entre los detentadores del poder o de la riqueza. Entre las “autoridades sociales”. En consecuencia, su voz resuena raramente en las encrucijadas o en la prensa, sus actos no tienen, ordinariamente, ningún brillo ni preocupan al público. Su vida está escondida a los ojos del mundo, y si llegan a la notoriedad, sólo es por excepción, en un círculo reducido, o al anochecer. Incluso dentro de la Iglesia, con frecuencia pasan desapercibidos, y el fiel dispuesto a la crítica los ignorará de buena fe, aunque estén, quizá, a su lado. Muchos santos no fueron conocidos hasta después de su muerte, y muchos, aun después de su muerte, permanecen desconocidos. Aun aquellos que tuvieron un papel importante que representar fueron desconocidos por la mayor parte y, en sus hermosas empresas, combatidos o abandonados. A pesar de todo, son estos hombres los que, más que todos los otros, contribuyen a hacer que esta tierra no sea un infierno. Ahora bien, la mayor parte apenas se preguntaron, incluso hoy, si su fe estaba “adaptada”, ni si era “eficaz”. Les bastaba vivirla, como de la realidad misma, siempre la más actual, y los frutos que se derivan, frutos asimismo con frecuencia escondidos, no son menos hermosos, ni menos nutritivos. Cualquiera que sea el estado del mundo, estos frutos siempre serán necesarios, para conservarlos o darnos alguna esperanza».

Henri de Lubac: "Paradojas y nuevas paradojas", 1966.

13/10/23

Llamados a dar testimonio

En un mundo en el que la desconfianza y la agresividad parecen ir ganando terreno, nuestra primera preocupación ha de ser la de vivir con esmero la caridad en todas sus manifestaciones. Cuando quienes nos tratan ---por muy alejados que se encuentren de Dios--- vean que nos fiamos de ellos, que estamos dispuestos a prestar una ayuda, a sacrificarnos por el bien de personas que incluso no conocemos, que no guardamos rencor, que no somos negativos ni hablamos nunca mal de nadie, que siempre nos encontrarán dispuestos a colaborar..., pensarán que los cristianos somos muy diferentes, porque seguimos a Alguien, a Cristo, muy particular. No quiere decir esto que nunca tengamos diferencias con los demás, sino que las manifestamos sin aire de agravio, sin poner en duda la buena fe de las personas, sin atacar, aunque estemos muy lejos de sus ideas. Cuando nadie queda excluido de nuestro trato y de nuestra ayuda, entonces estamos dando testimonio de Cristo.

Francisco Fernández Carvajal: "Hablar con Dios", Tiempo Ordinario, 26ª semana, jueves.

2/10/23

Recordando a Tim Keller

La auténtica guerra cultural es la que se libra en nuestros corazones desordenados, inmersos en nuestros incontrolables deseos de cosas que no hacen sino controlarnos, hacer que nos sintamos superiores a quienes no las tienen, y a quienes por ello excluimos de nuestra consideración. Cosas que, encima, no nos satisfacen cuando las tenemos.

 Tim Keller: "The reason for God", 2008.

20/9/23

Observo que...

...la gente está tan distraída por lo que las tecnologías nos ofrecen casi sin "rozamiento", que les resulta difícil prestar atención a su propia infelicidad.

23/7/23

Orden aparente, desorden profundo

Releyendo el pasaje evangélico del joven rico (Mt 19, 16-30) pienso en que estaríamos ante un joven virtuoso, con una vida aparentemente ordenada, pero con un anhelo en su corazón: la vida eterna, la plenitud en Dios. A cambio, la exigencia de Jesús es siempre grande: pide un orden profundo, casi inhumano, cuya comprensión plena se nos escapa.

En nuestra realidad cotidiana no es difícil observar situaciones de aparente orden, de acuerdo con criterios humanos, pero sobre las que la Revelación o el Magisterio advierten: están desordenadas. Puede que nuestra tendencia a considerar estas advertencias como meros anacronismos tenga su origen en el miedo a una exigencia profunda.

7/6/23

Orgullo

La soberbia precede a la ruina y el orgullo a la caída.

Proverbios 16, 18

29/5/23

Vocación

Señor, tú eres mi Dios, tú eres mi maestro, y nunca te he visto. Tú me has creado y rescatado, tú me has concedido todos los bienes que poseo, y aún no te conozco. Finalmente, he sido creado para verte, y todavía no he alcanzado este fin de mi nacimiento.

San Anselmo de Canterbury: "Proslogion", Cap. 1.

17/5/23

Confiar en la realidad y en los demás

Confiar en la realidad y en los demás evita el desgaste que produce la desconfianza, el temor, el querer asegurarlo todo. La búsqueda de seguridad en todo, la prevención, la sospecha y la precaución continuas agotan. Querer asegurarlo todo y controlar todas las dimensiones de la vida agota y esteriliza, hace enfermar. Confiar libera.

Xosé Manuel Domínguez Prieto: "El profesor cristiano: Identidad y misión", p. 114, PPC, 2012.

13/5/23

Universidad de "expiración" cristiana

Si en un centro [educativo] cristiano sólo se comprometen en clave cristiana el equipo directivo y los responsables de pastoral, más que de inspiración cristiana estaremos ante un centro de expiración cristiana, que habrá perdido su sentido profundo.

Xosé Manuel Domínguez Prieto: "Acompañamiento educativo: El arte de cuidar y ser cuidado", p. 63, Khaf, 2022.

12/5/23

Prestar atención

Nuestras vidas están definidas por lo que amamos y cuidamos, por aquello a lo que prestamos atención.

10/5/23

Ayuda

Cuando se adopta esa forma más simple de ser, no pasa nada por vivir de vez en cuando la experiencia de no saber qué hacer a continuación, por encontrarse con un obstáculo. No pasa nada por reconocer que en la vida hay algo de misterio, que hay un componente de incertidumbre. No pasa nada por reconocer que necesitamos ayuda, que pedir ayuda es un acto de una gran generosidad, porque permite a los demás ayudarnos y nos permite a nosotros mismos ser ayudados. Unas veces pedimos ayuda, otras veces ofrecemos ayuda, y entonces este mundo hostil se transforma en un lugar muy diferente. En un lugar así, en el que hay ayuda prestándose y recibiéndose, ese "mundo según yo", tan constrictivo e inflexible, se vuelve menos apremiante y acuciante. En un mundo generoso, en un mundo donde tengo ayuda a mi disposición, no es tan necesario aferrarse tanto al "mundo según yo".
Rebecca Solnit: "A Field Guide to Getting Lost", 2006.

4/5/23

Vida interior

Es un hecho: sin vida interior, no puede haber vida pública, entendida  como la acción efectiva en Cristo, sobre el mundo, y desde el mundo.

El desarrollo de una adecuada vida interior requiere del cultivo de un espacio personal propicio a la tranquilidad, a la escucha profunda, al abandono confiado que permita discernir la voluntad de Dios sobre nuestra vida. En el mundo actual, sometido al ruido, la tensión y la angustia vital, a veces resulta imposible este cultivo, con lo que termina siendo tentador pensar en la huida del mundo.

No parece que esta huida sea la mejor manera de construir la "Iglesia en salida" que nos propone el Papa Francisco a los laicos. Pero quizás sí sea necesaria una "salida estratégica", en comunión con otros hermanos nuestros, para poder así recuperar la actitud de "amor militante" con la que volver al mundo. Ese es el espíritu que anima los ignacianos "ejercicios espirituales", o, más recientemente, lo que algunos han denominado la opción benedictina.

18/4/23

Vivir en las nubes

A veces uno tiene la sensación de que las nuevas generaciones reducen la vida a su documentación continua. La experiencia de vivir y la de documentar la existencia llegan a solaparse, a confundirse. Es la vida en la Nube.

14/4/23

Paradojas

¿No resulta paradójico que, para evitar el acoso escolar, se eduque a los alumnos en la necesidad de que los fuertes respeten y protejan a los débiles, y, simultáneamente, se proponga a esos mismos alumnos el aborto como un derecho?

La identificación con Cristo

Si miramos a nuestro alrededor y consideramos el transcurso de la historia de la humanidad, observaremos progresos y avances. La ciencia ha dado al hombre una mayor conciencia de su poder. La técnica domina la naturaleza en mayor grado que en épocas pasadas, y permite que la humanidad sueñe con llegar a un más alto nivel de cultura, de vida material, de unidad.

Algunos quizá se sientan movidos a matizar ese cuadro, recordando que los hombres padecen ahora injusticias y guerras, incluso peores que las del pasado. No les falta razón. Pero, por encima de esas consideraciones, yo prefiero recordar que, en el orden religioso, el hombre sigue siendo hombre, y Dios sigue siendo Dios. En este campo la cumbre del progreso se ha dado ya: es Cristo, alfa y omega, principio y fin (Apoc XXI, 6.).

En la vida espiritual no hay una nueva época a la que llegar. Ya está todo dado en Cristo, que murió, y resucitó, y vive y permanece siempre. Pero hay que unirse a Él por la fe, dejando que su vida se manifieste en nosotros, de manera que pueda decirse que cada cristiano es no ya alter Christus, sino ipse Christus, ¡el mismo Cristo!

San Josemaría Escrivá: "Es Cristo que pasa", 104.

9/4/23

La guarda del corazón

Dios nos ha traído a la soledad para hablarnos al corazón. Sea, pues, nuestro corazón como un altar vivo, del que suba continuamente ante el Señor una oración pura, por la cual deben ser impregnados todos nuestros actos.

 Estatutos de la Orden de los Cartujos. Libro I. Cap. 4

3/4/23

Mercadeo espiritual

Uno de los episodios evangélicos que suelen resultar más "chocantes" es el de la expulsión de los mercaderes del templo. Aparece en los cuatro evangelios. En Mateo, Marcos y Lucas se reproduce la misma expresión en labios de Jesús: "habéis convertido el templo en una cueva de ladrones". Juan difiere ligeramente: "no hagáis de la casa de mi Padre un mercado". Precisamente la interpretación de este episodio suele girar alrededor de la la mercantilización del culto judío en el Templo de Jerusalén. Pero, ¿qué nos dice hoy este episodio a nosotros?

Pienso que Jesús, mediante este gesto, nos alerta del peligro de convertir nuestra relación con Dios en una especie de "intercambio", en el que se prioriza no tanto la voluntad de Dios como nuestro interés, y en el que siempre hay un "debe" y un "haber", una "contabilidad" que deviene en desconfianza e idolatría.

30/3/23

Maternidad subrogada

31. Igualmente contraria a la dignidad de la mujer, a la unidad del matrimonio y a la dignidad de la procreación de la persona humana es la maternidad subrogada. Implantar en el útero de una mujer un embrión que le es genéticamente ajeno o fecundarla con el compromiso de entregar el bebé a un cliente, significa fragmentar la maternidad, reduciendo la gestación a una incubación irrespetuosa de la dignidad y del derecho del hijo a ser «concebido, gestado, traído al mundo y educado por los propios padres» [82]; instaura, en detrimento de la familia, una división entre los elementos físicos, psíquicos y morales que la constituyen. 

32. Aunque no puede aprobarse la modalidad con la que se obtiene la fecundación, «todo niño que llega al mundo deberá, en todo caso, ser acogido como un don viviente de la bondad divina y deberá ser educado con amor» [83].

Nueva Carta de los Agentes Sanitarios, Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, 2017.

25/3/23

Felicidad, santificación y matrimonio

Decía san Josemaría Escrivá en un muy citado punto de Camino (301) que "estas crisis mundiales son crisis de santos". Y es que con frecuencia olvidamos que nuestro único objetivo debería ser la santidad. Preferimos concentrarnos en perseguir la felicidad, sin tener claro qué es, y así nos va.

Por ejemplo, es casi unánime la consideración del matrimonio como un mecanismo de convivencia estrecha entre dos personas para alcanzar la felicidad, porque, y esto es hoy incuestionable, la persona "se merece" ser feliz. Sin embargo, uno, si tiene una visión trascendente de su existencia, debería ver el matrimonio más como una herramienta divina de santificación personal. Así, mediante la amorosa abnegación y entrega mutua de los esposos, y la proyección de éstas hacia los hijos, se ponen los mimbres sobre los que apoyar la santificación de toda la familia, la vivencia de la alegría profunda que supone ser cristiano.

17/3/23

Confusión

A propósito del sínodo alemán y sus consecuencias, participa uno en conversaciones en las que predomina la confusión sobre qué es la Iglesia Católica y cuál es su misión.

Comencemos diciendo que la Iglesia es Católica, es decir, universal, abierta a todas las personas. Nadie está excluido de ella. Todos son bienvenidos. Este fue el "estilo" de Jesucristo cuando recorrió los caminos de Palestina, tal y como atestiguan fehacientemente los evangelios. Sin embargo, este acogimiento del otro, esta "inclusividad" (podríamos decir hoy) no es incondicional: exige una dinámica de conversión, de arrepentimiento, de lucha ascética con uno mismo, pues no estamos inclinados al bien, lamentablemente. Estos son los términos que prescribe el propio Cristo para seguirle. No hay un solo lugar en los evangelios en que el seguimiento de Cristo tenga "efectos terapéuticos". Más bien lo contrario: predomina la negación de uno mismo, la vivencia de la cruz. La historia de los santos lo confirma.

Vivimos tiempos de psicologización de la existencia, de intentar superar todo tipo de traumas y angustias desde la antitrascendencia y la autoafirmación. No es el camino de la Iglesia. Dios quiere ser amado por personas libres, que acepten los difíciles términos de ese amor, y la Gracia para alcanzarlos.

1/3/23

Dependencia

Viendo este vídeo de las Hermanas Dominicanas de Hawthorne, pienso en que, en el final de nuestra vida, la dependencia de los demás, bien asumida, puede ser un camino de santificación para otros, e instrumento de evangelización.

27/2/23

Lo que el poeta ve

Al cabo, se trata de arrancarse, aunque duela, esas escamas de los ojos que nos hacen ver el mundo cosificado, gris, como algo sólido, estable, inmóvil. O sea, una máquina engrasada por el azar y las leyes químicas, donde todo está explicado y archivisto. El poeta logra quitarse esas escamas y ve con claridad que el mundo no es un mecanismo, sino un esplendor que lo ciega, que casi, casi lo deja sin palabras.

José Julio Cabanillas, en su Prólogo a "Dios en la poesía actual (Antología)", Rialp, 2018.

22/2/23

Conocer

Creemos que conocer algo significa entenderlo intelectualmente. Pero esta no es la principal manera en la que Dios quiere que le conozcamos; Él quiere que le conozcamos primero con nuestros corazones. Esta forma de conocer está en la base de la relación interpersonal, en abierta contraposición con la manera en la que conocemos un objeto. Conocer a Dios es encontrarse con una Persona, Jesucristo.

Penitencias

La Cuaresma nos insta a una vivencia penitencial. Hay penitencias activas, buscadas por nosotros; y penitencias pasivas, las que Dios nos impone, y a las que decidimos o no someternos. Las primeras entrañan cierto peligro: pueden ser la ocasión para satisfacer nuestra vanidad, para dar vía libre a la soberbia. Las segundas, paradójicamente, nos obligan a estar espiritualmente "activos", a aceptar como una gracia que Dios actúe así en nosotros, interpelando nuestra voluntad.

21/2/23

Buscar la verdad

Decía santo Tomás de Aquino que la verdad es "la adecuación del intelecto a la realidad"; así, algo tan universitario como la búsqueda de la verdad sería percibir la finalidad de la realidad según la luz de nuestro intelecto.

Es un hecho constatable que el alumno que llega hoy en día a la Universidad tiende a idolatrar el conocimiento científico, al que considera puramente objetivo, y a menospreciar cualquier otra vía de conocimiento (moral o religioso), alegando su carácter subjetivo. Quizás sea conveniente aclararle que la ciencia, en su afán explicativo de las causas, del cómo, tiende a diseccionar; por contra, la religión (religare) tiende a reunir, en un esfuerzo por explicar la finalidad o sentido, más que las causas. Ambas disciplinas se dirigen hacia la búsqueda de la verdad, pero con metodologías y alcances distintos.

Evidentemente, estas dos vías hacia el conocimiento presentan derivaciones patológicas que pueden llevar al totalitarismo. En el caso de la religión, son un buen ejemplo actual los regímenes políticos de carácter teocrático, como las Repúblicas Islámicas, en las que no es infrecuente que sus dirigentes sean clérigos. Del lado de la ciencia es hoy frecuente el cientifismo, o creencia en el poder absoluto de la ciencia como vía de comprensión de la realidad, o la tecnocracia, patología que reduce los problemas sociales y de gobierno a cuestiones meramente técnicas. Es el caso, por ejemplo, de la extinta Unión Soviética, pero también de la actual China, en la que aún hoy predomina el perfil técnico (ingenieros) en sus dirigentes políticos.

Si hay algo que hemos ido aprendiendo en este siglo XXI es que la realidad admite muy distintos niveles de complejidad física y social, por lo que las aproximaciones patológicamente reduccionistas están condenadas al fracaso. Considérense algunos de los problemas a los que, como humanidad, nos enfrentamos: cambio climático, ideología de género, tecnologías biomédicas, inteligencia artificial, transhumanismo, o la vigencia de un sistema económico global orientado únicamente al crecimiento agregado por la vía del hiperconsumo. ¿De verdad alguien cree que estos problemas tienen sólo dimensiones científico-técnicas?

14/2/23

La edad de la empatía

Me llama mucho la atención la actual dependencia de los sentimientos para emitir juicios, soslayando la razón. La empatía es hoy en día una categoría moral. No ser lo suficientemente empático con x puede llevarnos al pecado secular de la xfobia.

Lo primero que conviene dejar claro es que empatía no es caridad, ni solidaridad. Tanto la caridad como la solidaridad tienen un "telos", un destino, una escatología: El creyente no aspira a vivir en un mundo mejor; aspira a ver a Dios. Ese es el "telos" al que se dirigen sus actos, y de ahí surgen la caridad y la solidaridad hacia el prójimo. El no creyente, sin más "telos" que ese proceso sin fin basado en el optimismo (un sentimiento) al que llamamos "progreso" (un mundo mejor), se ve abocado a una moral alicorta, cercana a la del simio altruista que sólo puede aspirar a cierta esperanza de reciprocidad.

Por eso, sin "telos", termina refiriéndose todo a la empatía, que viene a ser el deseo de sentir lo que otra persona parece que siente. Podemos afirmar, de hecho, que vivimos tiempos "empáticos", en los que la gente se empeña en mostrar su "preocupación" por los problemas de los demás, azuzados por una dinámica tóxica de los medios de comunicación, centrados en la explotación de la emoción, y sumidos en la cultura de la "víctima" (ese ser "empatizable").

Todo ello es síntoma de la secularización: La "muerte de Dios" ha llevado al hombre a tratar de buscar un sentido a su existencia en los demás, a través de sus relaciones con ellos; de ahí el auge de lo "empático".

8/2/23

Razones para la salida

Son recurrentes los lamentos sobre la crisis del Catolicismo en Occidente. Estos lamentos suelen proyectarse desde un glorioso tiempo pasado que, a mi modo de ver, a veces se idealiza en exceso. 

En mi experiencia, una iglesia llena no es necesariamente signo de fe. Puede responder a un mero conformismo social, a una tradición asumida de manera acrítica, superficialmente. Muchas de las personas que dejan de ir a Misa habían prescindido de Dios en su vida mucho antes; sólo estaban esperando una razón para dejar de ir. Una razón para la salida está desde luego en el discurso emitido de manera constante por la cultura dominante actual, que se declara antitrascendente y ridiculiza sistemáticamente lo católico. Pero también está en la misma Iglesia: en los contratestimonios de parte de la jerarquía eclesial, y en la incoherencia personal de muchos católicos.

13/1/23

Contagiar nuestra esperanza

A veces parece que nos olvidamos de que la redención que Cristo trae se extiende a toda la Creación, no sólo a los creyentes, ni siquiera a los humanos. Todos los átomos del universo serán convertidos en "unos cielos nuevos y una nueva tierra en los que habite la justicia" (2 Pedro 3, 13). Pablo lo expresó de una manera quizás más poética: "Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos de Dios; en efecto, la creación fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por aquel que la sometió, con la esperanza de que la creación misma sería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy toda la Creación está gimiendo y sufre dolores de parto. Y no solo eso, sino que también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la adopción filial, la redención de nuestro cuerpo" (Romanos 8, 19-23).

Mientras esperamos la venida definitiva de Cristo, y la inauguración de los tiempos nuevos, estamos llamados a ser ya ahora, con la ayuda del Espíritu Santo, colaboradores en el proyecto de construcción del nuevo mundo que, con su encarnación, Cristo inició. Esta es la esperanza que, con nuestra vida, hemos de transmitir a los hombres ahora.

9/1/23

El dolor y la intimidad divina

Un dolor, cualquier dolor, es como el toque de campana que llama a la esposa de Dios a la oración. Cuando la sombra de la cruz aparece, el alma se recoge en el sagrario de su intimidad y, olvidando el tintineo de la campana, te «ve» y te habla. Eres tú, que vienes a visitarme. Y yo te respondo: «Heme aquí, Señor. A ti te quiero, a ti te he querido». Y en este encuentro mi alma no siente su dolor, pues está como embriagada de tu amor, invadida por ti, impregnada de ti: yo en ti y tú en mí a fin de que seamos uno. Y luego vuelvo a abrir los ojos a la vida –a la vida menos verdadera–, divinamente aguerrida, para librar tu batalla.

Chiara Lubich: "Meditaciones", Ciudad Nueva, 2006.

8/1/23

Falla la ecología humana

Para salvaguardar la naturaleza no basta intervenir con incentivos o desincentivos económicos, y ni siquiera basta con una instrucción adecuada. Éstos son instrumentos importantes, pero el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad. Si no se respeta el derecho a la vida y a la muerte natural, si se hace artificial la concepción, la gestación y el nacimiento del hombre, si se sacrifican embriones humanos a la investigación, la conciencia común acaba perdiendo el concepto de ecología humana y con ello de la ecología ambiental. Es una contradicción pedir a las nuevas generaciones el respeto al ambiente natural, cuando la educación y las leyes no las ayudan a respetarse a sí mismas. El libro de la naturaleza es uno e indivisible, tanto en lo que concierne a la vida, la sexualidad, el matrimonio, la familia, las relaciones sociales, en una palabra, el desarrollo humano integral. Los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad.

Benedicto XVI: "Caritas in veritate", n. 51.

7/1/23

Navidad: Un intento de explicación

No aspiro a ser original: Vivimos en una sociedad que se pretende secular, pero que es realmente neopagana. Tiene un dios, al que adora y ofrece sacrificios: el consumo. Y, uno diría que, en el "negativo" del original proceso de superposición de las fiestas cristianas sobre las originales paganas, las fiestas cristianas son ahora de nuevo "paganizadas" por el nuevo culto. Así, al tiempo de Adviento y Navidad, que se cierra con la Epifanía y el Bautismo del Señor, se le superpone ahora la temporada de consumo desaforado que va del Black Friday al inicio de las Rebajas. En este periodo hay dos momentos críticos: la sustitución del nacimiento de Cristo por la venida de Papá Noel, cuya única razón de ser es constituirse en portador de regalos (consumo); y la sustitución de la Epifanía, concentrada en el acto de adoración de los Magos al Niño, por una suerte de extravagante carnaval sin sentido (consumo).

Todavía queda algún niño de cinco años que sabe que en Navidad celebramos "el nacimiento del Niño Jesús". Pero, ¿qué más sabemos los que tenemos más de cinco años? Los adultos, como los Magos, deberíamos descubrir en ese Niño a nuestro Redentor, a un Rey que nace para, tras pasar por el Calvario, resucitar, redimirnos y acompañarnos en la Iglesia, con el Espíritu Santo, en peregrinación al Padre. En la Octava de Navidad, cuando el mundo neopagano comienza a retirar sus árboles y bolas brillantes, y a comprarse ropa con la que asistir a eventos en los que celebrar el nuevo año (consumo), la liturgia nos anima a descubrir en ese Niño al Mesías que subyugó a Felipe, a Andrés o a Natanael. La Navidad es "Venid y veréis" (Jn 1, 35-42), una invitación a la vida en plenitud, a la imitación de Cristo.

4/1/23

Ratzinger +

No puedo ocultar mi simpatía por Ratzinger, principalmente porque, como yo, nunca había aspirado a ser más que un  profesor, un buen profesor (en su caso de Teología), pero, en la última parte de su vida, tuvo que asumir, sin haberlo ambicionado jamás, el papado. Como papa, hizo de profesor, y escribió magníficos documentos y dio magníficas conferencias en las que se diagnosticaba con gran belleza y precisión el origen de nuestros males, y la solución única: el seguimiento de Cristo. 

Desde el punto de vista organizativo, su papado tiene, a mi juicio, algunas sombras. La Iglesia no es una organización, es un organismo, pero, precisamente por ello, admite actuaciones quirúrgicas con fines purificativos. Aquí Ratzinger no pudo o no supo meter el bisturí, y quizás se halle en ello el origen de su dimisión como papa en pleno uso de sus facultades mentales. Dios sabe más. Siempre.

Su legado intelectual es inmenso, aunque muy disperso. Siempre quiso hacer una síntesis teológica, que habría sido una joya, pero nunca terminó de arrancar ese proyecto. Quedan numerosos textos parciales. Queda su "Jesús de Nazareth", insuperable. Una sistematización excepcional, "Introducción al cristianismo". Y "El espíritu de la liturgia", fundamental, especialmente en estos momentos. Su muerte me ha pillado releyendo "Spe salvi", de una belleza extrema. Profesionalmente, como docente reciente de Doctrina Social de la Iglesia, "Caritas in veritate" es un documento esencial. En fin, queda la obra de un gran teólogo, seguramente de los tres mejores del siglo XX, con una gran capacidad para comunicar en muy pocas palabras la belleza, la autenticidad y el entusiasmo de la fe. RIP.

26/12/22

Contemplar, adorar, acoger

En la quietud de la tarde,
cuando los ojos se cierran
y se abren los corazones,
te daré mi amor.

Himno. Liturgia de las Horas.

19/12/22

Niveles

"Estamos llamados a reducir nuestro nivel de vida, y a elevar nuestro nivel de conciencia y amor".

Dorothy Day: "The Catholic Worker", Integrity Magazine, noviembre de 1946.

23/11/22

Una constante en la historia

La confrontación entre la religión del Dios que se hace Hombre, y la religión del hombre que se hace dios. Sólo la primera es verdadera.

18/11/22

Paternidad

La paternidad proporciona muchas oportunidades para ejercitar la paciencia y el sacrificio. Pero, en última instancia, lo que define la paternidad es la humildad: saber que lo mejor de tu vida no es más que una corta etapa en la vida de otros, tus hijos, y saber que es bueno que así sea.

17/10/22

El siglo XXI

De la búsqueda de la virtud, a la búsqueda del bienestar, la comodidad, la autoafirmación.