Viene uno de la Cabalgata de Reyes organizada por el Ayuntamiento de Madrid. La sensación es la de otros años: pena. Pena por comprobar en qué astracanada se ha convertido la navidad (la minúscula es intencionada) civil que padecemos. Ante mis ojos desfilan trolls y elfos, insectos mecánicos gigantes, "marching bands" despistadas, legiones de gnomos y todo tipo de seres estrafalarios. En la cola, dizque tres Reyes Magos. Todo con mucha luz, pero sin Luz.
Acaba el carnaval de invierno.