4/1/23

Ratzinger +

No puedo ocultar mi simpatía por Ratzinger, principalmente porque, como yo, nunca había aspirado a ser más que un  profesor, un buen profesor (en su caso de Teología), pero, en la última parte de su vida, tuvo que asumir, sin haberlo ambicionado jamás, el papado. Como papa, hizo de profesor, y escribió magníficos documentos y dio magníficas conferencias en las que se diagnosticaba con gran belleza y precisión el origen de nuestros males, y la solución única: el seguimiento de Cristo. 

Desde el punto de vista organizativo, su papado tiene, a mi juicio, algunas sombras. La Iglesia no es una organización, es un organismo, pero, precisamente por ello, admite actuaciones quirúrgicas con fines purificativos. Aquí Ratzinger no pudo o no supo meter el bisturí, y quizás se halle en ello el origen de su dimisión como papa en pleno uso de sus facultades mentales. Dios sabe más. Siempre.

Su legado intelectual es inmenso, aunque muy disperso. Siempre quiso hacer una síntesis teológica, que habría sido una joya, pero nunca terminó de arrancar ese proyecto. Quedan numerosos textos parciales. Queda su "Jesús de Nazareth", insuperable. Una sistematización excepcional, "Introducción al cristianismo". Y "El espíritu de la liturgia", fundamental, especialmente en estos momentos. Su muerte me ha pillado releyendo "Spe salvi", de una belleza extrema. Profesionalmente, como docente reciente de Doctrina Social de la Iglesia, "Caritas in veritate" es un documento esencial. En fin, queda la obra de un gran teólogo, seguramente de los tres mejores del siglo XX, con una gran capacidad para comunicar en muy pocas palabras la belleza, la autenticidad y el entusiasmo de la fe. RIP.