17/3/23

Confusión

A propósito del sínodo alemán y sus consecuencias, participa uno en conversaciones en las que predomina la confusión sobre qué es la Iglesia Católica y cuál es su misión.

Comencemos diciendo que la Iglesia es Católica, es decir, universal, abierta a todas las personas. Nadie está excluido de ella. Todos son bienvenidos. Este fue el "estilo" de Jesucristo cuando recorrió los caminos de Palestina, tal y como atestiguan fehacientemente los evangelios. Sin embargo, este acogimiento del otro, esta "inclusividad" (podríamos decir hoy) no es incondicional: exige una dinámica de conversión, de arrepentimiento, de lucha ascética con uno mismo, pues no estamos inclinados al bien, lamentablemente. Estos son los términos que prescribe el propio Cristo para seguirle. No hay un solo lugar en los evangelios en que el seguimiento de Cristo tenga "efectos terapéuticos". Más bien lo contrario: predomina la negación de uno mismo, la vivencia de la cruz. La historia de los santos lo confirma.

Vivimos tiempos de psicologización de la existencia, de intentar superar todo tipo de traumas y angustias desde la antitrascendencia y la autoafirmación. No es el camino de la Iglesia. Dios quiere ser amado por personas libres, que acepten los difíciles términos de ese amor, y la Gracia para alcanzarlos.