7/1/23

Navidad: Un intento de explicación

No aspiro a ser original: Vivimos en una sociedad que se pretende secular, pero que es realmente neopagana. Tiene un dios, al que adora y ofrece sacrificios: el consumo. Y, uno diría que, en el "negativo" del original proceso de superposición de las fiestas cristianas sobre las originales paganas, las fiestas cristianas son ahora de nuevo "paganizadas" por el nuevo culto. Así, al tiempo de Adviento y Navidad, que se cierra con la Epifanía y el Bautismo del Señor, se le superpone ahora la temporada de consumo desaforado que va del Black Friday al inicio de las Rebajas. En este periodo hay dos momentos críticos: la sustitución del nacimiento de Cristo por la venida de Papá Noel, cuya única razón de ser es constituirse en portador de regalos (consumo); y la sustitución de la Epifanía, concentrada en el acto de adoración de los Magos al Niño, por una suerte de extravagante carnaval sin sentido (consumo).

Todavía queda algún niño de cinco años que sabe que en Navidad celebramos "el nacimiento del Niño Jesús". Pero, ¿qué más sabemos los que tenemos más de cinco años? Los adultos, como los Magos, deberíamos descubrir en ese Niño a nuestro Redentor, a un Rey que nace para, tras pasar por el Calvario, resucitar, redimirnos y acompañarnos en la Iglesia, con el Espíritu Santo, en peregrinación al Padre. En la Octava de Navidad, cuando el mundo neopagano comienza a retirar sus árboles y bolas brillantes, y a comprarse ropa con la que asistir a eventos en los que celebrar el nuevo año (consumo), la liturgia nos anima a descubrir en ese Niño al Mesías que subyugó a Felipe, a Andrés o a Natanael. La Navidad es "Venid y veréis" (Jn 1, 35-42), una invitación a la vida en plenitud, a la imitación de Cristo.