Uno de los temas predilectos de los libros de auto-ayuda es el "crecimiento personal". Es lógico que sea así. El hombre de hoy idolatra el éxito, que es fundamentalmente económico, y, como tal, ha de estar vinculado a la idea que gobierna nuestras economías: crecer, siempre crecer.
Pero no basta cualquier tipo de crecimiento: es necesario "florecer", símbolo arbóreo de plenitud. Se ignora con ello que el crecimiento más sustantivo de un árbol está oculto bajo la tierra, en la profusa estructura de raíces que lo alimenta y le da soporte.
El anuncio cristiano es radical. Pretende nuestro "enraizamiento" en Cristo, imitar su abajamiento o kénosis.