Quizás convenga recordar que mucha gente adora odiar a sus enemigos. No se trata de una adoración históricamente reciente. Pero sí es reciente que haya adquirido el nivel de adicción planetaria gracias a la irreflexividad inherente a la dinámica de las llamadas redes sociales.
El mejor amigo del hombre no es el perro; es el chivo expiatorio.