21/9/25

Dar fruto

En el mundo educativo se ha instalado una necesaria burocracia: la calidad. Esencialmente, se asimila la educación a un proceso que debe desembocar en un éxito cuantificable. Para verificarlo, se le aplica al alumno una métrica competencial, que supone priorizar el "saber hacer" sobre el "convertirse en".

Si todo va bien, el profesor será evaluado positivamente: tendrá éxito. Pero tener éxito no es lo mismo que dar fruto. Cristo no nos pide que tengamos éxito, nos pide que, con su gracia, demos fruto. El éxito procede siempre de la fuerza, del control, de la eficiencia. Dar fruto es el resultado de la vulnerabilidad que asumimos al amar a nuestros alumnos.