Nuestra sociedad es lo que Bernanos llama la tripa. Es decir, la emotividad inmediata. Y lo que es muy interesante es que esta emotividad inmediata está muy ligada también al funcionamiento de las redes sociales. Aprieto un botón y veo un drama…, y busco el botón para eliminar el drama. Estoy expuesto a horrores sobre los que no tengo ninguna incidencia, y le pido a una máquina que resuelva el problema.Fabrice Hadjadj, entrevistado por María José Atienza en Omnes, 25 de octubre de 2024.
Hay lo que podemos llamar una cultura ---aunque es más bien una anticultura---, que nos empuja permanentemente a la inmediatez. Todo el sistema informático está destinado a mejorar la instantaneidad de los resultados y, por lo tanto, a permanecer siempre en la superficie, en una especie de sobreexcitación. Y perdemos lo que es la paciencia del corazón, la profundidad del corazón, la capacidad de análisis del corazón.
Estamos en un mundo de falsa compasión, que empieza por una compasión muy emotiva, pero que busca inmediatamente lo que llamamos soluciones finales. Es este paso inmediato de la compasión a la exterminación. Esto vale, por supuesto, para las cuestiones relacionadas con el aborto y la eutanasia; pero también vale para la cuestión de la guerra en Ucrania o lo que está sucediendo en Israel.
Cuando uno descubre en las sociedades europeas la renovación del antisemitismo de manera inimaginable, es precisamente porque estamos encerrados en este mundo tecnocompasional donde vemos imágenes de la franja de Gaza destruida, de sufrimiento, y entonces nos preguntamos, “¿dónde está el botón para eliminar a los judíos?”. Y no entendemos la complejidad de la situación. Un mundo de tripas, de pulsiones, y la pulsión es, a la vez, la emotividad inmediata, pero también el dedo que se apoya sobre el botón de exterminio.