No confío en los demás. No confío en las instituciones. No confío en la familia. Sólo confío en mí mismo, en mis deseos, en mis opiniones, en mis ideas, en mi comodidad, en mi capricho, en mi orgullo, en el poder absoluto de la tecnología. En suma, estoy preparado para convertirme en dios, para trascender mi humanidad, para construir la realidad a mi imagen y semejanza, para ser inmortal.
El transhumanismo, una vieja tentación.