Puede parecer chocante que la Iglesia proponga, al lado de san Francisco Javier, a santa Teresita de Lisieux (a quien celebramos hoy) como patronos universales de las misiones. El primero responde claramente al modelo de misionero infatigable, que recorre medio mundo propagando la buena noticia de la redención por Jesucristo. Pero, ¿Teresita, que no salió prácticamente nunca en su corta vida del convento? Pues sí: Teresa encarna el papel que la oración tiene como fundamento de toda acción misionera.