24/8/09

Jugársela

Hace aproximadamente dos meses escribía en este blog lo siguiente:
Tener fe es, para mí, esencialmente lo mismo. Uno se adentra en un recinto repleto de propuestas indemostrables acumuladas por otros muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia, y que forman un precipitado reconocible. Uno acoge ese legado, lo da por válido, sin que eso suponga renunciar a la razón, y sigue inspeccionando, tratando de descubrir un orden, un sentido a todas esas capas de sedimentos, pero sabiendo que una demostración objetiva y comunicable de ese orden no estará nunca al alcance de uno.

Me ha recordado esto el evangelio de ayer domingo. En él leemos cómo muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Pero, ¿qué pasa con los que se quedan? ¿Tienen absolutamente claro qué hacer? Simón Pedro se la juega:
"Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos. "

Nosotros, que también hoy somos interpelados por Jesús (¿También vosotros queréis marcharos?), decidimos jugárnosla también como Simón Pedro:

Creo en Dios Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor.
Fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato.
Fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos.
Al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos,
y está sentado a la diestra de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos, el perdón de los pecados,
la resurrección de los muertos,
y la vida eterna. Amén.


Y es que, como dice Simón Pedro, ¿a quién mejor acudir?