Decía Ernst Bloch que la esperanza es la ontología de lo todavía no existente. Como marxista,veía la esperanza como la fuerza que dinamiza la marcha hacia la utopía del nuevo mundo y el nuevo hombre.
El progresismo ha abolido la esperanza, y la ha convertido en optimismo. Hoy, salvo en medios cristianos, no se habla de esperanza, sino de que "todo va a ir bien". Hay una religión secular progresista de la "historia embellecida", congruente con la esquiva utopía mencionada. Responde a esa ambición tan humana de, ante todo, "sentirse bien".
Todo esto, que pudiera parecer que engrandece al hombre, en realidad lo empequeñece. Ratzinger lo advertía: No se quiere ver que el hombre está más cerca de sí cuando está con Dios que cuando quiere ser él mismo.