Cuando se habla del sufrimiento de Jesús, tiende a pensarse en el tramo de su vida que va de su detención a su crucifixión. Pero no deberíamos perder de vista el sufrimiento de sus últimos días de vida pública, en los que constata que su gran esfuerzo predicador no ha sido entendido ni siquiera por los más cercanos, por sus elegidos.