Atendiendo al corpus de la Doctrina Social de la Iglesia, la sociedad debería organizarse como un conjunto de personas (con dignidad plena) que renuncian a ciertas facetas de su individualidad en pro del Bien Común (acuerdo general de convivencia social).
Lamentablemente, hoy en día la sociedad se percibe más como una colección de individuos autónomos que buscan su Bienestar Personal: la satisfacción permanente de sus deseos. En muchos casos, la forma en la que se pretende satisfacer estos deseos es gregaria, con otros individuos con deseos similares todavía insatisfechos. Esta insatisfacción compartida les convierte en un colectivo de "víctimas" de un cierto ente "opresor". A la búsqueda a toda costa de la satisfacción de los intereses de estos colectivos es a lo que hoy se llama "justicia social".