Hoy,
sentirse feliz, que se iguala a
tener éxito, es absolutamente necesario. Es, además, muy sencillo: sólo hay que imitar una serie de modelos que se proponen, vigentes mientras son
tendencia, y que las redes sociales amplifican: es la llamada dinámica de
influencers. Se cae así en un frenético, e irreflexivo, consumo material y emocional. Este hiperconsumo lleva asociados cuadros de hiperactividad, de aceleración en la percepción del tiempo (instantaneísmo), de neofilia (culto a la novedad) y, en muchas ocasiones, la fabricación de un ideal personal totalmente inalcanzable. Como resultado de todo ello, sobreviene el agotamiento, la ansiedad, la depresión y una sensación profunda de vacío vital.
¿Cómo hemos llegado a esto? Personalmente creo que por pura y simple egolatría. Al individuo le interesan su libertad, sus apetencias, sus caprichos, su bienestar, su tranquilidad, su comodidad, su salud, su éxito, su prestigio, su posición, y su placer. Además, se le ha hecho creer que puede autodefinirse constantemente: puede ser lo que él decida ser; sólo es cuestión de estar motivado para ello.
¿Se han fijado en el volumen de libros de auto-ayuda y esoterismo que hay en las librerías?