No pocas personas tienen una idea de la fe como algo que, de manera general, les protege del sufrimiento. Según esta idea, nos ganamos esta "protección" siendo "buenos". Este esquema entra en crisis cuando sobreviene el sufrimiento sin "causa", un sufrimiento incomprensiblemente "permitido" por Dios.
El sentido del sufrimiento es un gran misterio. Esto es indudable. Pero se nos ha dado una clave que quizás nos ayude a entenderlo: Cristo redime al hombre, por amor, a través del sufrimiento. Existe, pues, una conexión entre el amor y el sufrimiento. Quizás Cristo "permite" nuestro sufrimiento porque "sabe" que es una oportunidad para que entendamos mejor su amor, y seamos así capaces de amar verdaderamente, con una fe auténtica.