4/4/18

Pobreza

La pobreza vivida laicalmente (como pide Dios a la mayoría de los cristianos) es algo sencillo y, a la vez, heroico: pobreza real que no se anuncia ni se exhibe; pobreza del trabajo intenso y agotador; pobreza del que no hace del éxito su ídolo y sabe, por eso, cuándo lo que le pide Dios es que trabaje menos; pobreza de tantos padres y madres de familia que aceptan un nuevo hijo como un regalo de Dios sin escuchar las voces que, en su interior, o desde fuera, les dan consejos calculadores y, en ocasiones, asesinos. Pobreza que lleva a no disponer ni de un minuto de tiempo para gastarlo en caprichos, en vagas fantasías o en lamentaciones melancólicas. Pobreza de quien acepta con alegría (no estoy haciendo literatura, sino pensando en casos que conozco) el revés económico o la falta de algo verdaderamente necesario.

Camilo López Pardo: "Sobre la vida y la muerte", Rialp, 1973.