"El primer bien es, sin duda, la oración. Sólo manteniendo un trato constante con Dios sabremos mirar y valorar con perspectiva las mareas de este mundo. Sin oración, nada bueno se sostiene, nada noble perdura. El segundo medio será el mantenernos dueños de nosotros mismos: auto poseernos para poder darnos a Dios y a los demás, para poder servir, para no sucumbir ante cambiantes estados de ánimo; para no caer en el delirio que brinda la oferta inabarcable de bienes materiales… Esta lucha por conquistar cotidianamente la propia libertad es, en parte, lo que los cristianos llamamos mortificación: librarnos de lo caduco, de lo falso, con el fin de ofrecer a Dios y a los demás un amor intenso y de calidad. Y, por último, es crucial dejarse inundar por la ternura que Dios ofrece en sus sacramentos, como la eucaristía y la confesión. Luego viene la iniciativa personal, la creatividad, la colaboración con otros, la responsabilidad cívica, que lleva a emplearse a fondo para encontrar soluciones más humanas y cristianas a los retos de este mundo tan lleno de pesadillas y de magníficas oportunidades".
Isabel Sánchez Serrano, Secretaria de la Asesoría Central del Opus Dei.