La vida es un regalo que debe ser acogido con gratitud, atención e implicación plenas. Esto alcanza a las cuestiones más "prosaicas" o rutinarias de la vida. De hecho, el ideal monástico cristiano sostiene que en la dedicación de nuestra atención, de manera plena, a lo cotidiano, hay una profunda vía hacia el conocimiento de Dios.
Lamentablemente, las tecnologías más recientes, entre las que cabe situar a la llamada inteligencia artificial, se comercializan como tecnologías de "delegación masiva" de nuestra atención. Cada vez más depositamos en estos "agentes" más tareas. Así ahorramos tiempo y ganamos en comodidad. Pero, ¿obtenemos con ello un mayor sentido de integridad personal, una mayor plenitud vital?