El futuro de la Iglesia no vendrá de aquellos que sólo escogen el camino más cómodo, de los que evitan la pasión de la fe, y tienen por falso y superado, por tiranía y legalidad, todo lo que exige al hombre, lo que le duele, lo que le obliga a renunciar a sí mismo.
El desprendimiento que libera a los hombres sólo se alcanza a través de las pequeñas renuncias diarias a uno mismo. Si hoy no podemos percibir a Dios, es porque nos resulta muy fácil escapar a nosotros mismos, huir de la profundidad de nuestra existencia. Así, lo que es más profundo en nosotros, sigue inexplorado.
Joseph Ratzinger: "Fe y futuro", 1970.