Quizás sea la palabra "amor" la más prostituida por nuestro mundo. Por eso resulta tan difícil explicar el amor cristiano o el sentido del matrimonio a las nuevas generaciones. El amor hoy sólo es un sentimiento, y, como tal, efímero, sujeto a la "apetencia"; incluso "inevitable", no sujeto a nuestro control.
A lo mejor conviene poner el énfasis en afirmar que el matrimonio se basa en la fidelidad. A diferencia del amor, la fidelidad no es un sentimiento, es una actitud que uno debe elegir, y que sólo puede sostener si es alimentada por un amor verdadero, precisamente el que se fragua en la fidelidad.