No pudo ser cómodo el viaje: varias jornadas de andadura por caminos inhóspitos, con el temor de ser alcanzados en la fuga, y el cansancio y la sed. La frontera de Egipto, tras la cual Herodes ya nada podía hacer, estaba aproximadamente a una semana de distancia al paso que ellos podían avanzar, sobre todo si siguieron, como es lo más seguro, los caminos menos frecuentados. Fue un viaje extenuante, a través de regiones desérticas. Dios Padre no quiso ahorrar estas fatigas a los seres que más quería. Quizá, para que también nosotros entendiéramos que de las dificultades podemos sacar mucho bien. Y para que supiéramos que estar cerca de Dios no significa ausencia de dolor y de dificultades. Dios sólo nos ha prometido serenidad y fortaleza para afrontarlas.
Francisco Fernández-Carvajal, "Hablar con Dios", 7 de enero.