Dice la RAE que aburrimiento es "cansancio, fastidio, tedio, originados generalmente por disgustos o molestias, o por no contar con algo que distraiga y divierta".
El mundo condena el aburrimiento, que ve como una falta de productividad; por eso nos sumerge cada vez más en un océano de sobreestimulación. Sin embargo, cada vez estoy más convencido de que el aburrimiento contemporáneo resulta no de la falta de estímulos, sino de la falta de significado a la propia existencia.
Cabe un "aburrimiento feliz": el de quien, desoyendo los estímulos constantes del mundo, indaga o contempla el sentido de su propia existencia. El mundo nunca ha entendido a los contemplativos (Lucas 10, 38-42).
El mundo condena el aburrimiento, que ve como una falta de productividad; por eso nos sumerge cada vez más en un océano de sobreestimulación. Sin embargo, cada vez estoy más convencido de que el aburrimiento contemporáneo resulta no de la falta de estímulos, sino de la falta de significado a la propia existencia.
Cabe un "aburrimiento feliz": el de quien, desoyendo los estímulos constantes del mundo, indaga o contempla el sentido de su propia existencia. El mundo nunca ha entendido a los contemplativos (Lucas 10, 38-42).