9/7/09

Un ángel y dos demonios

Un testigo presencial me refiere esta historia:

Hace aproximadamente un año y medio, en un hospital privado, en España, una señora se pone de parto. Todo va bien; la señora, de unos treinta años y alto poder adquisitivo, da a luz a una niña afectada con el síndrome de Down.

Hoy en día hay un indicador que cuantifica, en el primer trimestre, el riesgo de que el embrión padezca el síndrome de Down. Si este indicador es alto, algunos médicos recomiendan salir de dudas mediante una amniocentesis (análisis genético del líquido amniótico). Lógicamente, esta prueba sólo tiene sentido si, ante un positivo, la madre está dispuesta a abortar, pues es uno de los supuestos en los que está despenalizado el aborto. Sin embargo, esta señora, por lo que sea, decidió no hacerse la amniocentesis, con lo que hubo la sorpresa en el parto.

Tras el drama inicial, se reúne el matrimonio y comunican a la ginecóloga que no quieren a la niña, que renuncian a ella, que llamen a los Servicios Sociales de la Comunidad Autónoma para que se hagan cargo de la niña porque ellos, los padres, no quieren saber nada de ella. Argumentan que no están dispuestos a que su vida se altere de manera tan dramática por el nacimiento de la niña. Además, le piden a la ginecóloga que les diga a partir de qué fecha pueden empezar a tener de nuevo relaciones sexuales para poder engendrar otro bebé que "llene el vacío que ha dejado la niña" (literal). Al rato los padres se fueron del hospital dejando en él a la niña en manos de las enfermeras y los Servicios Sociales, que intentarán su adopción y, si ésta no es posible, su institucionalización, probablemente de por vida. A todo esto, la niña disfruta de una salud excelente. Sólo padece el síndrome de Down.

¿Qué está pasando? ¿Qué clase de educación han recibido esos padres (gente de unos treinta años, en una situación económica desahogada) para tener semejante concepción de la vida, de la moral, de la familia, de la más elemental responsabilidad personal? ¿Qué clase de alimaña hay que ser para renunciar a un hijo porque simplemente no responde a tus "expectativas"?

Si ya, para alguien, un hijo es una especie de mascota humana perfectamente sustituible, ¿qué vendrá después? ¿Qué nos espera?


Hoy, por boca del mismo testigo, me entero de que la niña fue adoptada por una familia poco después de su nacimiento, y que la semana pasada falleció en un accidente.

Hoy está más cerca de quien nunca dejó de quererla. Acógela, Señor, como criatura tuya que es.