Hemos sido creados para Dios. Al diseñarnos, Dios eligió hacernos limitados, sujetos al tiempo, al espacio, a un cuerpo, a una salud, etc. Quizás para que tomemos consciencia de nuestra dependencia de Él, y del resto de la creación.
Probablemente el mayor pecado del hombre actual, y en ello coincide con nuestros primeros padres, sea la rebelión contra la finitud, contra los límites. El discurso dominante en la actualidad nos llama a "autocrearnos" constantemente, a ignorar cualquier límite.
Sin embargo, la asunción humilde de nuestros límites es liberadora. Para cada uno de nosotros, y para toda la humanidad.