22/5/21

Miedo

Un cristiano debería vivir sin miedo a la muerte y sin miedo a la vida. Vivir sin miedo a la muerte es más sencillo. Al fin y al cabo, la muerte es sólo un evento, con consecuencias graves, pero que solemos diferir hacia un futuro remoto, indeterminado. Vivir sin miedo a la vida es más complicado. De hecho, tendemos a vivir con miedo, con ansiedad, gobernados por las más variadas inseguridades e incertidumbres.

Vivir es interaccionar con lo que nos rodea: nuestra familia, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo, la enfermedad, la injusticia, el dolor, etc. Esta interacción es vivida muchas veces como una lucha; en nuestra libertad está que sea una lucha gobernada o no por el amor. Si optamos por orientar nuestra vida de acuerdo con el amor que Cristo nos enseñó, comprobaremos que vivir la vida sin miedo es vivirla abandonándose, en cada momento, en los brazos de Dios.