En alguna otra ocasión nos hemos referido a la necesidad vital de no ignorar la realidad. El mundo hoy en día tiende a "virtualizar" la realidad, ideologizándola y sometiéndola, mediante el uso perverso de nuevas tecnologías, al deseo.
Algunos creyentes pueden caer en una tentación parecida: ante una realidad poco "apetecible" para su misión, tratan de abstraerla y caen con ello en la nostalgia, en la constante evocación de un tiempo pasado en el que la realidad del creyente era distinta. Conviene no perder de vista que no es posible ser cristiano sin participar honradamente de la realidad.