Se decreta la apertura de sólo servicios esenciales, entre los que están los estancos. La lógica parece indicar que, en la actual situación, es mejor tener a los ciudadanos adictos con pleno acceso a sus adicciones.
Hubo un tiempo en que la religión era considerada una adicción (el "opio del pueblo"). Hoy ya vemos que ni siquiera eso. Es sólo un "servicio no esencial".