La elección entre el bien y el mal queda siempre libre. Pero, para el hombre que ha alcanzado la apatheia, la elección del bien es fácil y gozosa.
Lejos de ser una especie de insensibilidad cadavérica, la apatheia, la insensibilidad cristiana es, más bien, un fuego que devora, el fuego divino que, dentro del corazón, quema todas las tentaciones apenas se presentan.
Tomas Spidlik, "El arte de purificar el corazón".
Si amamos sinceramente a Dios, nuestra misma caridad expulsa las malas pasiones.
San Máximo Confesor.