1/2/11

Luz gloriosa y eterna

Es evidente: puesto que “la luz verdadera ha venido al mundo” (Jn 1,9) y lo ha iluminado cuando estaba en tinieblas, porque “nos ha visitado el Sol que nace de lo alto” (Lc 1, 78), este misterio es nuestro... Corramos, pues, todos juntos, salgamos todos al encuentro de Dios... Seamos todos iluminados por él, hermanos, que él nos haga resplandecientes a todos. Que ninguno de entre nosotros quede fuera de esta luz, como si fuera un extranjero; que nadie se obstine en permanecer en la noche. Avancemos hacia la claridad; caminemos, iluminados, hacia su encuentro y, junto con el viejo Simeón, recibamos esta luz gloriosa y eterna. Junto con él exultemos con todo nuestro corazón y cantemos un himno de acción de gracias a Dios, Padre de las luces (Jm 1,17), que nos ha enviado la visible claridad para sacarnos de las tinieblas y con ella, hacernos resplandecientes.
San Sofronio de Jerusalén.