8/12/09

Herrera y su fracaso: ¿Excusa para el fatalismo o argumento para la acción?

Casi una excusa es la desafortunada circunstancia vital e intelectual de don Ángel Herrera como hilo conductor de este libro reciente de Agapito Maestre ("El fracaso de un cristiano: El otro Herrera Oria", Tecnos, 2009), pues, en el fondo, de lo que se trata, con pasión, es de levantar acta del fracaso de la sociedad española en el siglo XX, un fracaso que se extiende fatalmente hasta la actualidad, y del que muy pocos son plenamente conscientes.

Y es que todo pudo ser de otra manera. Como acertadamente señala Agapito, la pretensión de Herrera, iniciándose el siglo, y bajo los auspicios del Padre Ángel Ayala, SJ, fue modernizar España mediante la formación de ciudadanos cristianos. Un ciudadano cristiano es aquel que es leal al poder constituido, pero resiste, desde la sociedad civil, las leyes injustas. Es la doctrina vaticana (León XIII) del acatamiento del poder constituido. Quizás por perseverar en esta enseñanza, y "acatar" primero la monarquía de Alfonso XIII y después la Segunda República (Herrera nunca apoyó el Alzamiento), haya sido tildado Herrera de ambiguo, o hasta de traidor, cuando en realidad su firmeza al respecto de esta doctrina haya sido monolítica a lo largo de su vida, tal y como demuestra Agapito en su aproximación a Herrera, a su tiempo, y a los políticos e intelectuales con los que le tocó vivir.

Pero también cabe concebir a Herrera como argumento para la acción. Pues, aun cuando sea ineludible, en el estudio de la influencia de Herrera en el devenir de la sociedad española contemporánea, hablar de fracaso, de un fracaso constante, es posible, y aquí difiero del fatalismo de Agapito, que no estemos ante un fracaso irremediable. La situación actual, favorecida gubernamentalmente, y caracterizada por un totalitarismo ideológico empeñado en excluir al cristiano de la vida pública, quizás constituya una "segunda oportunidad" para la reconsideración de las ideas de Herrera como auténtica "síntesis salvadora". Me consta que en la principal obra de Herrera, la centenaria (este mes) Asociación Católica de Propagandistas, hay personas, entre las que se encuentra su Presidente, con ganas de construir un ámbito ciudadano inspirado en el humanismo cristiano, alejado del integrismo, por un lado, y del anticlericalismo, por otro, pero siempre desde la sociedad civil y en plena comunión con la Iglesia. El profundo optimismo herreriano ante el fracaso constante (¿cabe algo más cristiano?) quizá ilumine a estas nuevas generaciones deseosas de construir una España mejor. No desesperemos. "Spe Salvi", Agapito.