A lo largo de los siglos que han precedido la venida de Jesús, Dios ha enseñado a los hombres la lengua que él hablaba, de modo que pudieran entenderlo cuando dijera una palabra decisiva. A lo largo del Antiguo Testamento, Dios dialoga con los hombres para que aprendan a hablar con él y a entenderlo. Gracias al Nuevo Testamento, podemos saber lo que es "la sangre derramada para la alianza" y lo que es el "cuerpo entregado".
Hay que leer todos los relatos del Antiguo Testamento para poder entender de lleno los aspectos de este don.
El Antiguo Testamento prepara la venida de Cristo; lo llama, lo espera. [...] Es cierto que si no se espera a nadie no se reconoce a quien viene. Pero si se espera a alguien, se intenta distinguir, entre las personas que llegan, a aquel a quien se espera. El Antiguo Testamento nos ayuda a esperar a Cristo, nos educa en esta espera, en este deseo, en esta aspiración necesaria para acoger a "aquel que debe venir".
28/10/09
Lectura del Antiguo Testamento
A diferencia de nuestros hermanos protestantes, los católicos tendemos a leer poco la Biblia. Si acaso, el Nuevo Testamento, pero no es frecuente, a mi juicio, ni la lectura ni el conocimiento del Antiguo Testamento. Hay la creencia, absolutamente errónea, de que el AT es un legado vetusto que el NT aparca en la buhardilla de los trastos inservibles. En el Magnificat de este mes hay una contribución muy interesante del Cardenal Albert Vanhoye, S.J., Lectura del Antiguo Testamento, de la que entresaco estos párrafos: